"Repensar la dramaturgia" 
José Antonio Sánchez / coordinador


André Lepeki


El dramaturgo de la danza que observa los bailarines moviéndose moviéndose moviéndose moviéndose sin mas propósito que actualizar aquello que ellos no sabe aun lo que será. La pregunta es: como trabaja uno a partir de una pluralidad de casi nada. La cuestión es: como trabaja uno desde el no saber? mi experiencia me lleva a decir que uno trabaja tanto desde la nada o casi nada como desde le no saber el casi no saber. A base de convertirse en habido recolector, seguidor de la regla benjaminiana a favor del historiador materialista: ni un solo elemento y acontecimiento puede ser considerado menos o insignificante en el momento en que aparece (tanto para el dramaturgo como para el historiador, y es que el dramaturgo en cierto modo actúa como un historiógrafo de la pieza). Cada elemento es potencialmente relevante para aquello que está por venir. Así la práctica de la dramaturgia de la danza se da cuando se aprende a unir un cúmulo de múltiple elementos y acontecimientos mayores y menores que se van sucediendo en el tiempo sin anunciar su grado de relevancia. Esta es una de las principales razones por la que la distancia crítica de la dramaturgia debe ser de una proximidad absoluta: porque una distancia lejana elimina lo menor y lo microscópico. 



"A veces me pregunto por qué sigo bailando"
Óscar  Cornago / coordinador


Uno de los barómetros para medir el grado de intimidad es lo sensible. El camino hacia la intimidad tiene que ver con el nivel de actividad de la percepción sensible. Allí donde lo sensible ocupe más lugar, en un sentido literal, es decir, donde la capacidad de percepción se active de modo que el lugar, lo que forma parte de él y quién está en él, se haga más presente como objeto de percepción, hay más probabilidad de que se llegue a una situación de intimidad [...] Hacer y sentir al mismo tiempo; hacer algo y sentirlo; sentirnos mientras lo hacemos. La focalización de un estado perceptivo va de la mano del goce al que se refiere Pardo cuando habla de intimidad como el sabor, y no solo el saber, de la vida.  (pp.455)




"Lo infraordinario"
G. Perec


¿Acercamientos a qué?


Quien nos habla, me da la impresión, es siempre el acontecimiento, lo insólito, lo extraordinario: en portada, grandes titulares. Los trenes sólo empiezan a existir cuando descarrillan y cuántos más muertos hay, más existen; los aviones solamente aceden a la existencia cuando los secuestran [...] Es necesario que tras cada acontecimiento haya un escándalo, una fisura, un peligro, como si la vida no debiera revelarse nada más que a través de los espectacular, como si lo elocuente, lo significativo fuese siempre anormal: cataclismos naturales o calamidades históricas, conflictos sociales, escándalos políticos...
En nuestra precipitación por medir lo histórico, lo significativo, lo revelador, no dejamos de lado lo escencial: lo verdaderamente intolerable, lo verdaderamente inadmisible; la "desigualdad social" no es preocupante en época de huelga: es intolerable las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año. 
[...]
La prensa diaria habla de todo menos del día a día. La prensa me aburre, no me enseña nada; lo que cuentan no me concierne, no me interroga y ya no responde a las preguntas que formulo o que querría formular. 


Lo que realmente ocurre, lo que vivimos, lo demás, todo lo demás, ¿dónde está? Lo que ocurre cada día y vuelve cada día , lo trivial, lo cotidiano, lo evidente, lo común, ordinario, lo infraordinario, el ruido de fondo, lo habitual, ¿cómo dar cuenta de ello, cómo interrogarlo, cómo describirlo?


Interrogar lo habitual. [...] a nuestros ritmos. [...]
Hagan un inventario de sus bolsillos, de su bolso. [...]


Me importa poco que estas preguntas sean, aquí, fragmentarias, apenas indicativa del método, como mucho de un proyecto. Me importa mucho que parezcan triviales e insignificantes: es precisamente lo que las hace tan esenciales o más que muchas otras a través de las cuales tratamos en vano de capturar nuestra verdad. 


"La Intimidad"
José Luis Pardo


"Así pues, debe haber “un nosotros” para los anónimos que no tenemos modo alguno de contar nuestra vida. El anonimato es, desde luego, bastante común (al contrario que el “tener un nombre”, que indica siempre cierta relevancia pública o, cuando menos doméstica).Lo que sí resulta difícil es explicar cómo nos reconocemos. Porque, desde luego, nos reconocemos. La gente suele creer que “anónimo” es una palabra abstracta que designa la simple ausencia de nombre. Pero eso no es cierto. “Anónimo” es el nombre propio del hombre común. Si hubiera que hacer de él una caricatura, bastaría fijarse, por ejemplo, en los archivos cinematográficos de la guerra y la posguerra de la Europa del siglo XX: un hombre de mediana edad, vestido muy humildemente (pero con su mejor y único traje) y generalmente con la cabeza cubierta por una boina, una gorra o un pañuelo, que sostiene entre las manos un mínimo equipaje (acaso una caja de zapatos atada con cuerdas) y que siempre está serio. Se le ve en los trenes, bajando o subiendo, a veces en las caravanas de deportados hacia los campos de prisioneros o de refugiados, a veces corriendo hacia los parapetos antiaéreos durante una alarma de bombardeo, a veces simplemente caminando por la calle o sentado en el campo. Se trata, sin duda, de uno a quien la guerra o alguna otra catástrofe ha desplazado de su hogar y ha desposeído de sus propiedades, pero que sin embargo camina con pasos firmes u resueltos, como si se dirigiese a alguna parte. Hoy día, casi en el umbral del siglo XXI, también se le ve recorriendo Europa en los trenes u en lo autobuses –no es raro: Europa es acaso el escenario privilegiado para lo que no tienen nombre-, aunque no tiene rasgos europeos sino de algún país indefinido cuyo nombre probablemente ha sido borrado del mapa, cuyas fronteras han sido alteradas por pactos de Estado o de sangre, es uno que en tránsito, que ha perdido a los suyos y que los busca en los desiertos, en los vertederos, en las escombreras, en las tétricas estaciones de ferrocarril, uno que también hoy viste un traje raído y lleva entre las manos unas cajas de cartón (generalmente estampada con dibujos de los que alguna vez fue anuncio de su contenido: galletas, juguetes, detergentes) atada con cuerdas."   
                                                                               
 Zygmunt Bauman: Identidad


"Hemos aterrizado en un país verdadera y totalmente extranjero…En una tierra desconocida, inexplorada y sin mapa: no hemos estado aquí antes, no hemos oído hablar de ello antes."            





Bauman, conferencia en Matadero. Madrid, sábado 15 de octubre de 2011

¿qué hacer?
¿cómo hacerlo?
para llegar a donde queremos llegar.

La colaboración informal y abierta: polígolo, sin reglas preestablecidas, se dan en el camino.
Diversidad y diferencia.
Colaboración: llevar a la práctica.

Aceptar la complejidad .
Estamos juntos en la duda